2 Crónicas 14
1 Asá hizo lo que Yahvé su Dios consideraba bueno y recto.
2 Suprimió los altares del culto extranjero y los altos, rompió las estelas y abatió los cipos.
3 Y mandó a Judá que buscase a Yahvé, Dios de sus antepasados, y cumpliese la ley y los mandamientos.
4 Hizo desaparecer de todas las ciudades de Judá los altos y los altares de incienso. Así que el reino estuvo en paz bajo su reinado.
5 Edificó ciudades fuertes en Judá, porque el país estaba en paz. Por aquellos años nadie le declaró la guerra, pues Yahvé le había concedido tranquilidad.
6 Dijo a los judaítas: «Edifiquemos estas ciudades y cerquémoslas de murallas, torres, puertas y barras, mientras el país esté a nuestra disposición. Como hemos buscado a Yahvé, nuestro Dios, él nos ha concedido paz por todas partes.» Edificaron, pues, y prosperaron.
7 Asá tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá, que llevaban pavés y lanza, y doscientos ochenta mil de Benjamín, que portaban escudo y eran arqueros. Todos eran esforzados guerreros.
8 Salió contra ellos Zéraj el nubio, con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresá.
9 Asá le salió al encuentro y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefatá, junto a Maresá.
10 Asá invocó así a Yahvé su Dios: «¡Sólo tú, Yahvé, puedes ayudar entre el poderoso y el desvalido! ¡Ayúdanos, pues, Yahvé, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre marchamos contra esta inmensa muchedumbre! ¡Yahvé, tú eres nuestro Dios! ¡No prevalezca contra ti hombre alguno!»
11 Yahvé derrotó a los nubios ante Asá y Judá. Los nubios emprendieron la huida,
12 pero Asá y la tropa que lo acompañaba los persiguieron hasta Guerar. Los nubios cayeron, hasta no quedar nadie con vida, pues fueron destrozados por Yahvé y sus huestes. Se recogió un botín inmenso.
13 Batieron todas las ciudades de los alrededores de Guerar, porque el terror de Yahvé cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, pues había en ellas gran botín.
14 Asimismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y camellos. Después se volvieron a Jerusalén.