Joel 4
1 «Pues mirad: en esos días, en aquel tiempo, cuando cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
2 reuniré a todos los pueblos los haré bajar al Valle de Josafat y allí los juzgaré porque dispersaron entre las naciones a Israel, mi pueblo y mi heredad, y se repartieron mi tierra.
3 Sortearon a mi pueblo, cambiaron al niño por una prostituta, y vendieron a la niña por un trago de vino.».
4 «Y vosotros, Tiro y Sidón y provincias filisteas, ¿qué queréis de mí? ¿Me exigís una recompensa? Pues si queréis cobrarme, ¡muy pronto os pagaré vuestro merecido!
5 Vosotros robasteis mi plata y mi oro, os llevasteis mis mejores tesoros a vuestros templos,
6 y a los hijos de Judá y Jerusalén los vendisteis a los griegos, para alejarlos de su territorio.
7 Pues yo los reincorporaré del lugar donde los vendisteis, y os pagaré vuestro merecido:
8 entregaré vuestros hijos y vuestras hijas en manos de los habitantes de Judá, y ellos los venderán a los sabeos, a un pueblo lejano. ¡Lo ha dicho Yahvé!».
9 Pregonadlo entre las naciones: ¡Declarad la guerra santa, movilizad a los valientes! ¡Que avancen y suban todos los guerreros!
10 Forjad espadas de vuestras azadas y lanzas de vuestras podaderas, y diga el cobarde: «¡Soy un valiente!»
11 ¡Daos prisa, venid, todos los pueblos vecinos, y congregaos allí! (¡Yahvé, haz bajar a tus valientes!)
12 «¡Que se movilicen y suban las naciones al Valle de Josafat! Pues allí me sentaré yo para juzgar a todos los pueblos vecinos.
13 Meted la hoz, porque la mies está madura; venid a pisar, que el lagar está lleno y las tinajas rebosan: tantos son sus delitos.»
14 ¡Multitudes y multitudes en el Valle de la Decisión! Porque está cerca el Día de Yahvé en el Valle de la Decisión.
15 El sol y la luna se oscurecen y las estrellas pierden su brillo.
16 Yahvé ruge desde Sión, desde Jerusalén alza su voz: ¡el cielo y la tierra se estremecen! Pero Yahvé será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los hijos de Israel.
17 «Sabréis entonces que yo soy Yahvé vuestro Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será lugar santo y los extranjeros no volverán a pasar por ella.»
18 Aquel día los montes destilarán vino y las colinas manarán leche, por todas las torrenteras de Judá correrán las aguas y brotará una fuente del Templo de Yahvé que regará el valle de las Acacias.
19 Egipto quedará hecho una desolación y Edom, un desierto desolado, por su violencia contra los habitantes de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su tierra.
20 Pero Judá estará habitada siempre y Jerusalén, de edad en edad.
21 «Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune», y Yahvé morará en Sión